Blog

Aprender a aprender

Aprender a aprender

—¡Bienvenidos, niños! Este año escolar les enseñaré cosas muy interesantes como español, aritmética, ciencias naturales… ¿Alguna pregunta?
—Sí. ¿Cuándo nos va a enseñar a aprender?

Estamos tan ocupados enseñando contenidos que se nos ha olvidado enseñar a aprender.

Estamos tan ocupados enseñando contenidos que se nos ha olvidado enseñar a aprender. Aprender a aprender debería ser el quid de la educación. Algunos ya avanzan en esa dirección pero la inmensa mayoría sigue la inercia de los modelos tradicionales: enseñar y aprender contenidos de memoria. Memorizar sin comprender no se puede considerar aprendizaje sino mecanización. Hay quienes proponen lo opuesto y priorizan la comprensión a expensas de la memoria. Comprender contenidos sin memorizarlos, solo tiene sentido en situaciones temporales cortas y tampoco podemos hablar ahí de aprendizaje.

Para aprender no se requiere ningún talento especial, nuestro cerebro está programado biológicamente para hacerlo.

Para quien no sabe aprender, adquirir cualquier conocimiento le resulta difícil o frustrante y termina por limitar o abandonar su educación. Es una tragedia innecesaria, porque para aprender no se requiere ningún talento especial, nuestro cerebro está programado biológicamente para hacerlo.

Aprender a leer es una tarea mucho más complicada que aprender el resto de las asignaturas y se lleva a cabo en los primeros años de vida. ¿Acaso a partir de ahí se deteriora la capacidad humana de aprender? Por supuesto que no. Aprendiste a leer porque se asumió que podías hacerlo. No estaba contemplado el panorama del fracaso y no había nadie, ni tú mismo, que dijera: “no puedes hacerlo”.

El éxito escolar solo requiere de saber cómo aprender y de la voluntad de hacerlo.

Una idea ampliamente difundida y repetida es que se requiere ser muy inteligente para lograr el éxito escolar. No es verdad. El éxito escolar solo requiere de saber cómo aprender y de la voluntad de hacerlo. En todo caso, la inteligencia te ayuda a desarrollar métodos de estudio eficaces y eficientes; pero también pueden ser aprendidos. En otras palabras, se requiere conocer el camino… Y andarlo.

Para quien sabe aprender, no existe el límite del aula. El aula es el punto de partida; pero nada reemplaza a la lectura como fuente inagotable de aprendizaje.

Los dos pilares del aprendizaje son la comprensión de la escucha y la comprensión lectora. La primera se emplea en el aula y la segunda es indispensable a partir del nivel profesional. ¿Se imaginan a un profesionista diciendo: “no sé porque no lo vimos en clase” o «no sé porque no entendí la clase»? Para quien sabe aprender, no existe el límite del aula. El aula es el punto de partida; pero nada reemplaza a la lectura como fuente inagotable de aprendizaje.

La formación docente ofrece teorías, técnicas y todo tipo de apoyo a los profesores. Es decir, se les enseña a enseñar; pero aprender a aprender no recibe la misma atención. Se parte de dos supuestos erróneos “para aprender en el aula solo necesitas sentarte y escuchar la clase” y “sabemos escuchar simplemente porque oímos”. Si fuera así de simple, entonces enseñar solo consistiría en pararse y hablar. El alumno que no sabe aprender mediante la escucha se limita a tomar apuntes que no entiende e informarse de lo que tiene que hacer en casa y luego tratar de descifrar, por su cuenta, el contenido.

La lectura, como habilidad a desarrollar en la escuela, termina con la “lectura de corrido”. Pocos profesores la involucran como parte de sus actividades dentro o fuera del aula y, mucho menos, evalúan su comprensión. Sin desarrollar esta habilidad, es normal que el alumno se dé cuenta que no comprende la lectura e intente una segunda y una tercera lectura, por supuesto haciéndolo de la misma forma, la única que conoce. Si, al final logra comprender, habrá consumido más tiempo y energía de lo normal. Leer así es desgastante y tarde o temprano dejará de intentarlo, concluirá que “no sabe leer bien” y que hay algo intrínsecamente malo en su cerebro. Y, cuando observa que algunos otros sí son capaces de hacerlo, su autoestima puede salir muy dañada, desde considerarse lento para aprender hasta totalmente incapaz.

La pregunta no es si tienes aptitudes para el éxito escolar, que las tienes, la pregunta correcta es si tienes la voluntad de aprender a aprender.